Bajando el río, de Padua hacia Venecia, la navegación empieza en el Portello, antiguo puerto fluvial con su hermosa escalinata del siglo XVI, representada en una pintura de Canaletto y su magnífica puerta monumental, en piedra de Istria, que recuerda un Arco de Triunfo, con ocho columnas y una torre con reloj; desde aquí salían los barcos que, pasando por ríos y canales navegables, comunicaban Padua y su provincia con la laguna de Venecia.
Navegando a lo largo del Canal Piovego, y costeando las antiguas murallas del siglo XVI y los poderosos bastiones, entre la densa y lozana vegetación, el barco pasa por debajo del antiguo puente “dei Graissi” y llega en Noventa Padovana, antiguo puerto fluvial de Padua. En el pasado, los barcos se paraban ahí y pasajeros y mercancías llegaban en Padua con carros; después cuando se abrió el Canal del Piovego que permitía llegar hasta Padua, Noventa perdió su importancia.
Pero de esa magnífica época nos quedan las importantes Villas Señoriales entre las cuales podemos ver la solitaria y soberbia Villa Giovanelli con importantes frescos, construida a finales del siglo XVII por la familia Giovanelli, que conjuga en su estructura las particularidades arquitectónicas de Andrea Palladio con las tendencias innovadoras de Baldassare Longhena. El particular pronaos de forma pentagonal, las altas columnas corintias con tímpano ornado de estatuas, la majestuosa escalera añadida por Massari en 1738 hacen su aspecto exterior imponente y escenográfico.
Pasadas las esclusas de Noventa Padovana y de Stra, bajando el desnivel ácueo, se llega en Stra, donde del Río Brenta nace el Canal del Brenta.
Aquí triunfa la grandiosidad de Villa Pisani, el famoso Palacio Ducal de tierra firme, una suntuosa Villa construida por la Familia Pisani, como símbolo del poder de la propia familia. Es más que una Villa, se trata de un palacio cuya imponente fachada presenta poderosas esculturas y decorado en su interior por los más famosos artistas vénetos del siglo XVIII.
Alvise Pisani, embajador de Venecia en Paris, en la época de Luis XIV y del resplandor del Palacio de Versalles, encargó en 1735 el arquitecto Francesco Maria Preti de un nuevo proyecto para el cuerpo principal de la Villa de Stra ya realizado por lo que atañe a la exedra, las caballerizas, los invernaderos y el muro de cerca.
Entre las numerosas habitaciones de la planta principal encontramos unas obras maestras como por ejemplo la Sala del Triunfo de Baco de Jacopo Guarana; la sala Pompeyana, las salas en estilo Imperio y la más bella e importante, que es el Salón de Fiestas, con el techo pintado al fresco por Giovanbattista Tiepolo para celebrar la gloria de la familia Pisani, su último trabajo en Italia antes de trasladarse a España, el último regalo de este gran pintor de cielos y ángeles. Alrededor de la Villa hay un amplísimo jardín donde, además de las plantas seculares, se pueden admirar la Coffee House, el pabellón del Café, en lo alto de la colina de la heladera y el famoso laberinto, en el que Gabriele D’Annunzio imaginó los crueles juegos amorosos de Stelio Effrena, protagonista de la novela “Il Fuoco” con la “Foscarina”. El gran estanque delante de las caballerizas fue construido en época bastante reciente para realizar experimentos hidráulicos. Con la caída de la República de Venecia, la villa pasó a ser propiedad de Napoleón, y después de la Casa de Saboya y para terminar del Estado Italiano que la declaró Museo Nacional.
De Stra a Mira se encuentran 30 bellísimas Villas con la fachada principal orientadas hacia el río.
Entre las diversas Villas que quedan habitadas y por la mayoría no se pueden visitar, merece la pena subrayar: villa Soranzo por los frescos de Benedetto Caliari, hermano de Paolo llamado “il Veronese”, villa dei Lazzara Pisani llamada “la Barbariga” por su arquitectura, villa Ferretti Angeli por el proyecto de Vincenzo Scamozzi, Palazzo Foscarini habitado por Lord Byron y villa Contarini dei Leoni visitada por el Rey de Francia Enrique III de Valois.
La navegación sigue hasta llegar en Dolo, antiguo burgo a orillas del río, la típica ciudadela veneciana, con sus celebres molinos, el “Squero” (astillero naval), la antigua Esclusa, representado en las pinturas de grandes artistas como Bernardo Bellotto, Canaletto y Francesco Guardi.
Una vez pasada la Esclusa de Dolo, el barco navega entre el verde de los sauces llorones, las Villas y los puentes giratorios, hasta llegar en Mira, celebrada por Carlo Goldoni en 1760:
“Llegamos en la agradable Mira, / llena de jardines hermosos y de palacios / salimos del barco para respirar un poco /damos un paseo, almorzamos y volvemos a empezar el viaje / Se engancha el rocín que empieza a tirar el barco/ y el barco navega a lo largo del río Brenta / Unos fuman, unos cantan o / tocan / y alguien piensa en su triste cena”.
En Mira se encuentra la mayoría de las Villas; se pueden ver la famosas fachadas orientadas hacia el Canal, lo meandros verdes, los lugares incontaminados donde los sauces llorones acarician el agua del Canal.
Muy interesante Villa Barchessa Valmarana con su amplia columnata orientada hacia el jardín. El edificio es muy agradable no solo por la solemne columnata, sino también por su posición y por los frescos que decoran el interior. Fueron realizados en la segunda mitad del siglo XVIII quizás por un alumno de Tiepolo, es decir Michelangelo Schiavoni llamado “il Chiozzotto”. Entre los frescos se encuentra “La gloria de la Familia Valmarana”.
Villa Widmann, típica residencia de verano del siglo XVIII tiene un hermoso jardín; una verdadera joya de la Ribera del Brenta. El palacio es el resultado de una profunda transformación llevada a cabo por los Widmann alrededor de 1750 de la anterior residencia de los Sceriman, cuyo proyecto es de Andrea Tirali; lo que hace comprender el estilo rococó de la residencia principal. En el interior el ciclo pictórico celebra las glorias de esta importante familia alemana, los Widmann, trasladada en Venecia de Carintia a finales del siglo XVI y que fue inscrita en el libro de oro de la nobleza veneciana en 1646. Dos frescos merecen particular atención: “La gloria de la familia Widmann” atribuido a Jacopo Guarana y el fresco del “Rapto de Helena” de Giuseppe Angeli, que se encuentran en el salón de fiestas. La familia Widmann es muy conocida por haber encargado Carlo Goldoni de muchísimas obras, entre las cuales el famoso ciclo de los “Afanes del veraneo”. A la familia Widmann se unió la familia Rezzonico cuyo último miembro fue Carlo, papa Clemente XIII. Los Widmann también se extinguieron a finales del siglo pasado con Elisabetta Widmann Rezzonico, mujer del senador conde Piero Foscari cuyo escudo en bronce se conserva en el tímpano de la fachada. Magníficos el jardín, la “barchessa” y las distintas estructuras.
Villa Corner, lugar de recepciones fastuosas y de fiestas muy largas de la familia Corner (fiestas que duraban hasta 8 días); Villa Foscarini donde Lord Byron vivió durante dos años (1817 – 1818).
La navegación sigue pasando por Oriago, antiguo teatro de las guerras entre Padua y Venecia, donde se conserva, en la esquina de una casa, el “termine” es decir una columna de frontera construida en 1374 junto con otras en otros lugares, para indicar la frontera durante las interminables guerras entre los Carraresi, Señores de Padua, y Venecia.
En Oriago el barco se para en el famoso Restaurante “Il Burchiello” para el almuerzo, que puede ser incluido o libre.
Además de las numerosas villas cuyo aspecto es típicamente veneciano, a lo largo del recorrido se encuentra también Villa Gradenigo, antigua villa del siglo XVI de la que solo queda el cuerpo central, decorado con frescos de Benedetto Caliari, hermano de Paolo Caliari, conocido como “Il Veronese”.
Y siempre navegando se llega en Malcontenta, donde se pueden admirar la elegancia y la monumentalidad de Villa Foscari llamada La Malcontenta, una de las obras maestras del genio de Andrea Palladio; La Malcontenta es un típico ejemplo de Villa-Templo con su pronaos monumental que se refleja melancólico y soberbio entre los sauces llorones en las aguas del Canal.
Fue construida para Nicolò y Alvise Foscari y sigue perteneciendo a los descendientes de esa noble familia. Según la leyenda el nombre de la villa “Malcontenta” (descontenta) parece traer su origen de la tristeza de la mujer de un miembro de la familia Foscari que pasó aquí su vida infeliz contra su voluntad.
El majestuoso pronaos con las seis bellas columnas iónicas fue construido sobre un alto basamento. Se puede acceder a la planta principal por medio de dos escaleras gemelas. Los nombres de los hermanos Nicolò y Luigi Foscari están grabados en el frontón del edificio. El proyecto fue realizado por el famoso arquitecto vicentino Andrea Palladio que siguió personalmente los trabajos de construcción a partir de 1560. Los lados son sobrios y austeros; muy diferentes el estilo moderno y vivaz de la fachada meridional, orientada hacia el jardín. La ventana semicircular recuerda las antiguas termas y está rodeada por numerosas aberturas de distintos tamaños, por un frontón partido y por varias cornisas; el enlucido en marmorino fue realizado para simular el efecto de almohadillas en piedra blanca.
Cuatro chimeneas de formas típicamente orientales se encuentran en el tejado. La villa es de tres plantas: cocinas y comedores en la planta baja; y arriba hay la planta principal (piano nobile) y el entrepiso. Sobre la puerta de acceso hay una inscripción en latín que recuerda, entre otras, la visita del Rey de Francia, Enrique III de Valois en 1574. La planta principal se compone de seis salas de tamaños distintos construidas alrededor de una magnifica sala centra en forma de cruz.
Las paredes fueron decoradas por un importante ciclo de frescos realizados por Gianbattista Franco y Giambattista Zelotti, amigo y colaborador de Paolo Veronese.
Una vez visitada la Malcontenta, el Burchiello atraviesa la Esclusa de Moranzani y Fusina, y entra en la laguna.
Pasa delante de la Isla de San Giorgio in Alga, entra en el Canal de la Giudecca: a la derecha el altísimo edificio del Mulino Stucky, la Iglesia del Redentor, obra maestra de la arquitectura sagrada de Andrea Palladio y las Zitelle.
Virando entre la Punta della Dogana y la iglesia de San Giorgio Maggiore, el Burchiello entra en el mágico escenario de San Marcos donde se termina este fantástico viaje.